27 de abril de 2008

¿Será que perro sí comerá perro?

Por: Andrea Echeverri Jaramillo

Entre los círculos de críticos, desde antes de su estreno, se escuchaba que Perro come perro podría ser la mejor película colombiana hasta el momento, y hasta la equiparaban con la magistral Amores perros. Seleccionada en festivales tan importantes como Sundance y San Sebastián, gracias a ella –y algunas más- se habla del resurgir de ‘Caliwood’, que constituyó la mejor época del cine valluno, una de las mejores del nacional. Aunque siempre es preferible no hacerse expectativas ante este tipo de comentarios, es imposible que no generen una predisposición particular.

A Perro come perro se la vende como arriesgada, un filme que corta el aliento… pero esto es sólo apariencia. De una manera semejante a La sombra del caminante, la propuesta estética en la cinta de Carlos Moreno prima por sobre la narrativa y la argumental (aunque eso fuera mucho más evidente en la anterior). Esto genera un efecto de ‘descreste’, en la medida en que es el look del filme lo que lo hace novedoso, inusual, y por ello interesante. La fotografía es intensa y muy bien conseguida; la dirección de arte, impecable en su estilo de mal gusto y mediocridad perfectamente creados; la inquietud constante de la cámara logra mantener la sensación de angustia todo el tiempo sin llegar a marear ni a aburrir. Y es la vez en que la sangre se ha visto más bella –en el sentido raizal del término- en una cinta colombiana. Sin embargo, no basta. Y eso es lo que finalmente tumba a Perro come perro.

El argumento es mucho más simple de lo que parece: un matón de medio pelo –interpretado por Marlon Moreno- se roba una plata del Orejón, un mafioso importante, y lo juntan con otro – Óscar Borda- que mató a un amigo de aquel, precisamente para que recuperen el botín y venguen al muerto. Sin darnos la posibilidad de saber qué pasa en la cabeza de Marlon Moreno –o mejor, Víctor Peñaranda, el gran protagonista-, lo acompañamos en su deambular, en su acorralamiento, y aunque podemos ver su miedo, no nos dan ni una pista de qué alternativas busca, ni siquiera de qué hizo para que su mujer lo abandonara y no quiera saber más de él. En cambio, a Benítez –Borda- nos le metemos en sus sueños para notar la paranoia que siente y los efectos que la magia negra opera sobre él.

Pero entre estos dos personajes no hay conexión. Están todo el tiempo juntos, trabajan para el mismo mafioso y se reportan ante el mismo mando medio, pero no hay química, ni conversaciones siquiera que se puedan rescatar. El ladrón y el asesino tienen desarrollos paralelos, sin puntos de giro importantes, con una transformación lineal llevada por los acontecimientos externos, y no por un proceso psicológico singular ni conjunto.

Y en cuanto a la forma narrativa, no hay ningún juego. Es una historia lineal, sin saltos temporales ni espaciales; sin sobresaltos ni puntos de vista desconcertantes. En tanto su argumento es violentísimo, eso parece bastar para el trato al espectador, pues la trama se deja entender con facilidad desde la primera secuencia: hay que esquivar la sangre y las balas, hay que limpiarse el sudor de los personajes que riega al público, pero no hay que hacer esfuerzos por atar ningún cabo, todos los dan suelticos en la dirección esperada.

También hay que decir que se trata de una película bastante misógina: apenas vemos a una mujer -que no habla- salir y volver a la habitación donde se encuentra con Óscar Borda; escuchamos a otra –que no se ve- alegar y huir de Marlon Moreno; la única que tiene algún protagonismo es la bruja que hace magia negra para acabar con el asesino… ¿Es eso lo que piensa Moreno que se puede decir del sexo femenino?

Aunque, pensándolo bien, podría decirse que es una cinta misántropa en general, pues si bien es claramente masculina, no hay un personaje que quede bien parado: todos son traicioneros, tirando a brutos, con pésimo sentido del humor, sin principios… y a todos los acaba matando. Y si nos quiere decir, desde el título, que los hombres son como perros, entonces tampoco es que Moreno piense muy bien de la raza canina.

Perro Come Perro. Director: Carlos Moreno. Intérpretes: Marlon Moreno, Oscar Borda, Álvaro Rodríguez, Blas Jaramillo, Andrés Toro, Hansel Camacho, Paulina Rivas, Diego Quijano. Colombia, 2007, 97 min.

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